Allí, entre piedras, arena, churquis y cardones, con el viento como único testigo, la mano del hombre, contra cualquier pronóstico ha dado forma, carácter y personalidad a la zona de elaboración de vinos más altas del mundo, cartografiada hoy en todos los libros, revistas y manuales del sector vitivinícola.
¿Pero qué es lo que hace diferentes y únicos a nuestros “Vinos de Altura”? Las condiciones agroecológicas del Valle Calchaquí (valle en altura) son diferentes a las de otras zonas vitinicolas: a mayor altura hay menos oxígeno, más amplitud térmica, mayor insolación, menor índice de precipitaciones y suelos pobres y sueltos. Estas condiciones que, de sólo escucharlas, parecen adversas, son las que posibilitan que la vid despliegue su potencial y logre sobrevivir a prueba de todo.
El sol en el Valle es intenso y diáfano, expone a las plantas a más radiación UV que la habitual y por la acción de estos rayos, las pieles de las uvas se vuelven más gruesas, el resultado se ven en la copa, el color profundo y oscuro de nuestros vinos es un regalo del sol.
El viento terco, seco y áspero del Valle Calchaquí, es un factor de sanidad para los viñedos, devuelve frescor a las plantas y ventila los racimos, con lo cual, las enfermedades no prosperan y la fruta cumple su ciclo, concentrando su calidad y completando su madurez.
La amplitud térmica, los días calurosos y las noches frescas (varía entre 15° y 25°), permiten que las plantas descansen, se renueven y concentren la mejor expresión de la naturaleza en sus frutos. Las precipitaciones son escasas, no sobrepasan los 250 mm anuales.